domingo, 12 de enero de 2014

LÁSTIMA QUE SEAMOS POBRES Y VENGAN AÑOS TAN MALOS

Acababa de llegar el otoño, las tierras se vestían de color verde al empezar a nacer los primeros granos sembrados en la facera,  las hojas de los robles se volvían de color ocre  debilitándose para ser abatidas por las primeras heladas  y la brisa otoÑal.

Una mañana, el ti Andrés se levanta de la cama y como cada día lo primero que hace es ir a la cuadra y observar las vacas  y  repartirle un  haz de hierba seca que la tarde anterior Andrés había traído del pajar. Pero esa mañana Andrés se da cuenta de que la Ginda no remoniaba, le coge el cuerno con la mano durante unos segundos, lo tiene frío dijo, tiene fiebre. Andrés un tanto  sobrecogido enciende la lumbre y pone un caldero para calentar agua y hacer una toma de manzanilla para la guinda. Mientras s e calienta el agua, Andrés busca unas mantas viejas y las echa encima del lomo de la vaca para haber si luego de  darle la toma de manzanilla y unas friegas de jabón  casero  la vaca entra en calor y comienza a “remoniar” (rumiar).  Claudia, que así se llamaba su mujer, con aquel entrar y salir de dentro a fuera se dio cuenta desde la cama que estaba ocurriendo algo que no era normal. Claudia se levanta sin reparo alguno y se va directa a la cuadra,¿Qué pasa Andrés? pregunta Claudia,   Andrés después de unos segundos le contesta: Claudia:  la Guinda está mala, no  “remonia”, tiene frío y mira, tiene las orejas caídas, vamos a darle una toma de manzanilla y unas friegas con jabón y aguardiente haber si se le pasa y arranca “remoniar”.

Salen de la cuadra y uno tras el otro sin mediar palabra van a la cocina, el agua del caldero ya está hirviendo, le echan un puñado de manzanilla silvestre recogida el verano anterior   que l guardaban en un saco en el desván,  la deja  hervir unos minutos, luego la echan en una botella  y se dirige de nuevo a la cuadra para darle la toma, esta vez  le acompaña Claudia para ayudarle, Andrés  aguanta la  vaca por los cuernos y Claudia intenta meter la botella en la boca de la vaca, la vaca no hace ni por “chamuciar” y le pueden dar parte de la toma de manzanilla, ya tiene suficiente dice Andrés, esperaremos un rato haber si por fin  arranca a “remoniar”, si  no lo hace iré a llamar al veterinario no vaya a ser que la vaca se nos muera.

Al cabo de una hora Andrés observa que la vaca no solo no reacciona, si no que   tiembla, y  Andrés decide pedir la burra a Juan( su vecino) para ir a llamar al veterinario. La suya se le había muerto hacía unos tres meses y no disponían de ningún otro medio para viajar. Andrés se monta en la burra y al cabo de unas dos horas llega a casa del veterinario que distaba a unas 2 horas de camino, le explica  lo que pasa y el veterinario le dice: ahora mismo voy, con la bicicleta  llegaré antes que tu y yo ya veré que le tengo que hacer a la vaca. Una hora más tarde llega el veterinario, ya no pudo hacer nada, la vaca había muerto, cuando llegó Andrés Claudia le daba la triste noticia.

Hace tres meses se nos murió la burra, y ahora se nos muere la guinda y también hemos tenido la mala suerte que  nos abortó la garbosa, que mala suerte tenemos Claudia….. No sé cómo vamos a poder  seguir adelante y criar a nuestros dos hijos Antonio y Gabriel que así se llamaban, se lastimaba Andres
Qué lástima que seamos pobres y pasen años tan malos…….


                                                                       SEGUNDA PARTE



   
Antonio y Gabriel tenían 4 y 2 años respectivamente, y a esa edad no percibían necesariamente lo que sus padres  Andrés y Claudia luchaban día tras día para salir adelante, Gabriel  jugaba  en la puerta de su casa con los camiones  que Andrés le hacía con un trozo de madera y una caja de sardinas, y Antonio  corría tras el aro de un cubo viejo y un gancho de alambre  grueso que  que su padre le hacía de vez en cuando.

 Por las  noches, mientras Claudia bajo la luz ténue de un candil de petróleo  hacía la cena en un pote oscurecido por el el humo de las jaras, Andrés  apoyado en el brazo del escaño meditaba con las tenazas en la mano  sin mediar palabra con Claudia,  mirando cómo se desgastaban las brasas  en  la lumbre mientras quedaban reducidas a ceniza.

Andrés había cambiado mucho desde que se le había muerto la “Ginda” y la burra,  guardaba mucha preocupación dentro de sí mismo. Andrés estaba pensando que en el pueblo no podía salir adelante, tenían pocas fincas,  además no habían tenido suerte con la hacienda. Por todo esto pensó emigrar a Buenos Aires, habían emigrado varios del pueblo , y según contaban, en poco tiempo  ganaban para el pasaje y podía traer algo de dinero, con este dinero podían comprar alguna finca  en el pueblo que le podía ayudar a seguir adelante más desahogadamente. Pensando todo esto  un día escribió una carta a un primo suyo  para que le ayudara a preparar el viaje enviándole una carta de reclamación, y pidiendo que le enviará el dinero para el pasaje, que el cual, le advertía le sería devuelto tan pronto como cobrara  de su primer trabajo en Buenos Aires. Benito que así se llamaba su primo tan pronto recibió la carta que Andrés le había enviado no dudó en transferir a su  patrón el contenido de la carta, y este le ofreció trabajar en la vaquería tan pronto como llegara a la Argentina.

Todo esto Andrés lo había hecho con un secretismo  absoluto ante su mujer y no sabía cómo decir lo que tenía tramado, pues sabía que esa noticia iba a ser para su mujer un duro golpe, pero Andrés, por más vueltas que le daba a la madeja era esa la única vía que podía ser viable para seguir adelante con du familia.

Un anoche después de cenar Andrés piensa que es hora de transmitir su pensamiento a su mujer, por lo que después de toser un par de veces  y tomar un poco de agua por una cierta sequedad  de boca se dispone a decir a  Claudia lo que tiene pensado hacer y que ya no tiene vuelta  atrás por que el dinero del pasaje Benito lo había enviado y estaba en camino.

Claudia, al  oír lo que su marido tenía  pensando no medió palabra, salió de la cocina al corral un par de veces para acabar tomando una taza de agua para poder hablar, pues parece que se le había pegado la lengua al paladar. ¡¡¡ No hagas eso Andrés por dios…!!! Somos pobres pero unidos, quizá vengan años mejores y podemos salir adelante con nuestros hijos.  Andrés  cabizbajo cogido al brazo del escaño como acostumbraba hacer después de unos minutos le dijo:  No temas mujer, seré fiel a mi palabra y te pido que en mi ausencia lo seas a la mía, lo tengo todo preparado,  en pocos días me llegará el dinero del pasaje que Benito me lo ha enviado ,  empezaré a trabajar en la vaquería que trabaja Benito,  yo pagaré el pasaje a Benito durante un año un poco cada mes, y el resto os lo mandaré para  ti y nuestros hijos. Esa noche fue una noche muy larga, apenas durmieron pensando en los nuevos proyectos y así continuaron  durante varios días varios días, pero por fin Caludia pensó que podía ser  una salida a la grave situación económica que se en contaban..

Pasaron tres meses, y después de todo arreglado llegó el día de despedirse, Andrés debía  ir a embarcar a Vigo y despues de navegar 33 días llegaría a Buenos Aires.  En todo este tiempo Andrés había hecho una maleta de trozos de madera que tenía en una tenada y le había puesto un candado que guardaba en un caldero oxidado entre clavos viejos.  Claudia le había hecho unas camisas con un trozo de tela que había comprado al tendero después de vender unos kilos de linaza, y el sastre le había hecho unos pantalones de pana que  Claudia los pagaría cuando vendiera unas alubias que tenían en la huerta.

Llegó el día de despedirse, Claudia  en su mente preveía un viaje largo o quizá sin vuelta,  aquella mañana y antes de partir Andrés, Claudia como cada mañana  puso el pote a la lumbre mientras  sus  ojos  se llenaban de agua que humedecían toda su cara mientras Andrés besa a  Antonio Y Gabriel aún dormidos en un jergón de pajas tapados con la capa parda del abuelo, entra en la cocina y mientras comía aquellas amargas sopas de ajo trata de consolar a Claudia con unas palabras de consuelo. No llores mujer,  replicaba Andrés, que si la suerte me ayuda te mandaré  mucha  plata para que a ti y a nuestros hijos no le falte lo que hasta ahora nos ha faltado y dándole un beso en la frente partió con su maleta de madera al hombro hasta la estación más próxima.

Un mundo nuevo tuvo que enfrentarse Andrés, Desde los primeros días se colocó en la cocina del barco como lavaplatos donde comenzó a ganar la primera plata durante 33 días, que duro la travesía del Atlántico, ya en Buenos aíres lo esperaba su primo Benito, y de allí subieron a un tren que los llevaría a la vaquería donde trabajaba Benito y donde sería su nueva morada.

Al día  siguiente  tan pronto como fue posible, Benito presento a  Andrés . En la vaquería trabajaban unas 20 personas, las cuales comían en las dependencias de la vaquería, pues allí había abundancia de carne, y Andrés le encomendaron  el trabajo como  ayudante de carnicero  en la cocina desde aquél mismo día. Andrés, un hombre curtido del trabajo en la comarca Alistana,  no tardó mucho tiempo en acostumbrase a su nuevo oficio y en los largos días y solitarias noches pensaba que algún día podía reclamar a Claudia, pues en la vaquería también trabajaban mujeres  y  posiblemente también habría trabajo para ella.

Pasaron unos días y Andrés se propone escribir una carta a Claudia para contarle su aventura  como lavaplatos en el barco, y ya, pues decir lo que era su trabajo en la vaquería  y decirle que pronto le mandaría  algo de la plata que había ganado como friegaplatos en el barco para pagar los pantalones  de pana que había dejado sin pagar al sastre esperando a recoger las alubias que  Claudia continuaba cuidando en la huerta.

Claudia continuaba en Aliste haciendo sola los trabajos de labranza y cuidando a sus hijos esperando las noticias de su marido en las Américas, hasta que  después de pasados dos meses recibió la carta en la  que Andrés contaba su aventura. Pero Claudia no sabía escribir, tenía que buscar alguien  de confianza que le leyera las cartas y le diera contestación a las mismas, tampoco no había mucha gente en el pueblo para encargarle este trabajo, entonces pensó en Federico. Federico era un sobrino del cura y solterón, y pensó que este podía ayudarle para leer y escribir las cartas. Un día  a la salida de misa, Claudia llamó a Federico l a solas le dijo que si le podía hacer ese favor, a lo que Federico se dispuso ayudar en lo que hiciera falta, este fue, le leyó la carta y le escribió otra de vuelta atendiendo a las palabras  que Claudia le decía.

Ya habían pasado unos cuatro meses desde que Andrés  había salido de casa, y  este se disponía a enviar por correo  8000 pesos que había ganado en ese tiempo después de haber pagado parte del viaje que debía a Benito,  para hacer frente a las necesidades de su mujer y de sus hijos, asegurando  que si todo iba bien tenía pensado reclamar a ella  en el  tiempo que pudiera conseguir un trabajo  en la vaquería , y sus hijos pudieran entrar en una escuela  cercana. Todo iba muy bien,  Andrés continuaba trabajando y periódicamente enviaba pesos a  la familia.  Federico le leía las cartas, y le escribía las contestaciones, solía hacerlo cuando los niños dormían después de cenar en casa de Claudia. Fue tal la confianza que cogieron  ambos,  que Federico se enamoró de Claudia y esta de Federico y la distancia de Claudia hacía Andrés  cada vez era más larga, cada vez Claudia tardaba más en contestar las cartas de Andrés. Toda esta tardanza hacía reflexionar a Andrés, Claudía, cuando le escribía le decía, no te preocupes Andrés, aquí todos estamos bien, pero no puedo contestarte antes por que  Federico no viene, y ya sabes que yo no sé escribir.

Federico ya no salía de casa de Claudia, y un día decide  escribir a Andrés en su propio nombre diciendo que un mancebo del pueblo estaba rondando a Claudia, que no le mandara más plata porque Claudia  ya no se acordaba de él y los niños que ya habían crecido y ni siquiera lo conocían.  Cuando Andrés leyó esa carta no pudo tolerar tal noticia, creyó que ya no  valía al apena vivir y aquella misma tarde acababa su vida con su cuerpo  despedazado  en las vías del tren.

Gúmaro, 12 de enero de 2014